UN NUEVO "NORMAL"
Reflexiones
Por Arq. Paula Echeverri Montes
Con este escrito quiero compartir una reflexión que surge de la incertidumbre que, en general, creo, nos ha producido la pandemia generada por el coronavirus. Y es que incertidumbre equivale a poner en cuestión lo que es y lo que será, que lo que fue ya cambió. Y no sabemos tampoco cuál será esta nueva realidad, ni tampoco cuánto tiempo tome establecerla.
En estos días, en mi casa, me he tomado el tiempo de ver con cierta distancia, pero con mucho interés la realidad tal como se presenta, a través de lo que otros me cuentan. Como siempre, dentro de los documentos que recibo, de los videos que me llegan, de las conversaciones que uno tiene diariamente con todo tipo de personas, hay que ser selectivo.
Con mucho cuidado y con paciencia he organizado la información para poder darle orden en mi cabeza, y así con inteligencia llamar la atención de mi subconsciente para que pueda actuar. Ante una realidad tan volátil, es difícil concentrar la atención para poder resolver creativamente, una a una, las incertidumbres que se presentan en tantos campos de la vida. Porque para mí, la vida cambió no solamente en los negocios o en la sociedad, cambió porque el sustento de la realidad se modificó.
Estábamos acostumbrados a actuar con certezas, a vivir la vida como si pudiera diseñarse. Nos enseñaron a crear realidades controladas, esas que se construyen a partir de estándares, como si el espacio y el tiempo fueran medidas constantes de la realidad real. Pero ya hace años que muchos manifiestan su inconformismo a través de expresiones científicas, o culturales, o artísticas, o incluso sociales y económicas.
El auge de los colectivos, de las redes creativas, de la investigación basada en la participación creativa de muchos, e incluso la economía con modelos participativos, basados en árboles de datos dinámicos y capaces de auto gestionarse, cimentan una realidad que se desprende del lastre de la realidad aterrizada.
Bienvenida la virtualidad. Me refiero a la capacidad de abarcar otras dimensiones a través de la tecnología, la capacidad de simular nuevas realidades, y nuevas vías de comunicación e interacción, que amplían los ámbitos de nuestra vida para generar nuevas oportunidades.
Pero es claro que una gran fracción de nuestra sociedad no tiene la posibilidad de convertir su actividad en una actividad virtual. Los esfuerzos por reactivar el aparato productivo implican poder establecer las condiciones básicas que permitan reactivar los sectores económicos que emplean grandes proporciones de la población, como es el sector de la construcción y el sector manufacturero e industrial. La crisis ha puesto en evidencia condiciones críticas del sistema en sectores como el sector de la salud; pero también, y de manera muy significativa, la fragilidad del empleo en sectores como el sector de la construcción. Se requiere generar modelos de operación que se ajusten a condiciones externas cambiantes, para poder hacer sostenibles tanto el empleo, como las empresas constructoras.
El impacto de la emergencia social ha generado un estrés económico muy profundo a nivel global y a nivel nacional, puesto que pone a prueba la estructura del sistema, y del mismo modelo económico. Este impacto es difícil medirlo en el tiempo, sabemos que ha sido profundo y que recuperarse implicará un reajuste de la balanza que puede llevar varios años, incluso décadas.
El efecto del cierre total de las empresas impacta a todos. Pone a prueba la sostenibilidad de las empresas, impactando sensiblemente los niveles de desempleo en el país como efecto de la crisis, y será uno de los renglones más importantes que el gobierno tendrá que atender durante la crisis, y después de la crisis, para poder fomentar el empleo y reactivar la economía.
Colombia no es un país con capacidad económica suficiente para mantener la inactividad productiva de manera indefinida; de hecho, el impacto generado por la crisis será a muy largo plazo, causando un déficit profundo que se verá reflejado en la ralentización del crecimiento de nuestro país, y un crecimiento importante de la deuda externa. Como efecto del cierre de los negocios, entra en crisis la demanda. Un efecto a corto plazo de las restricciones será un mayor nivel de desempleo, inseguridad y pobreza.
Estratégicamente, emplear mano de obra en la construcción de infraestructura y de vivienda masiva, ha constituido activo importante en la reactivación económica de muchos países tras el impacto de crisis profundas a lo largo de la historia. Emplear a grandes facciones de la población implica reactivar la economía doméstica, con un efecto importante en el consumo masivo y la reactivación del aparato productivo.
Sin desconocer el riesgo inmenso de la emergencia sanitaria, es importante plantearse una realidad nueva donde se pueda generar una dinámica productiva que permita reactivar la economía. Pero claramente, esta nueva realidad habrá que entenderla sobre la marcha. En esta nueva realidad se imponen dos aspectos inicialmente, por un lado, el aislamiento social y, por el otro, la necesidad de reubicar los recursos para poder hacer una redistribución equitativa y sostenible en la sociedad.
Este panorama pone a prueba la capacidad creativa de todos los renglones de la sociedad porque implica adaptarse a un ambiente cambiante, un nuevo normal que se impondrá como efecto del sismo de la crisis. Así como se impone la necesidad de adaptarse a la nueva realidad social, los negocios deben reinventarse para poder sobrevivir en un ambiente de participación colectiva más adaptable y resiliente, que, de paso, deberá tener en cuenta la sostenibilidad de la naturaleza.