“IN” MOVILIDAD EN LA CIUDAD, CAUSAS Y EFECTOS – EMOCIONES Y AFECTOS.

“IN” MOVILIDAD EN LA CIUDAD, CAUSAS Y EFECTOS - EMOCIONES Y AFECTOS.

Desde que el hombre invento las ciudades para comerciar el producto de su aldea en algún cruce de caminos o al lado de un castillo con murallas y feudo incorporado para ser protegidos y gobernados o quizás junto a la rivera de algún rio importante para poder cultivar, subsistir y orientarse fácilmente, las ciudades son sin temor a equivocarnos el símbolo máximo de vida en comunidad, hecho concreto y físico del hombre como ser social, donde aún más importante que ser humano, el ser urbano (en el amplio sentido de la palabra) es la esencia de su existencia. “la arquitectura, es testigo insobornable de la historia” diría Octavio Paz.

Las prisas y afanes de hoy en día, en parte derivadas de algún modelo implantado económico y social global que nos vendió la noción de “progreso”, está directamente relacionada con la capacidad de producir y devengar, para poder después subsistir, consumir y ser finalmente feliz, pero el tiempo no alcanza (Así corramos con nuestra mente en medio de un gran trancón Bogotano) .Esto anterior quizás ha tergiversado el por qué como seres sociales nos juntamos y reunimos en algún lugar para establecernos, tomando una decisión de establecernos sobre un lugar en especial, en todas las escalas: La región, la ciudad, el barrio. Pero parece que es primero la plata, después el sueño, ¿Pero cuál es el sueño? ¿Por qué allí y con quiénes comparto y laboro una ética de vida?

Las ciudades verdaderas tienen un carácter histórico y geográfico que ha subsistido a pesar del tiempo, en general estas tienen una buena relación con su entorno geográfico y productivo, sus ríos no son las ¨cloacas¨ de la urbe, por el contrario son los ejes de la vida urbana, se come y se toma lo que da el lugar, se viste como es usual para el clima y la arquitectura con sus calles, plazas y parques tienen patios, ventanas y techos de materiales y proporciones acordes a lo anterior (porque aun en pleno siglo XXI no hemos podido superar urbanísticamente estos). Logrando algo cercano a lo que algunos llaman identidad y da motivo de orgullo. Todo este sumado fuera de lograr “el carácter de la ciudad” es además una fuente importante de turismo e ingresos. Millares y millares viven en malas ciudades y se gastan todos sus ahorros para ir una vez cada tantos años a vivir una semana como “se debe” en Nueva York, Florencia o Buenos Aires por citar solo algunas.

Bogota en los años 50´s tenía más o menos 800.000 mil habitantes, hoy en día somos cerca de 8 millones. Según la ONU las ciudades deben renovar su infraestructura física cada 30 años para poder estar al día ¿Hace cuánto no atendemos esta directriz?, ¿Pero será que la ciudad es solo su infraestructura física?

Con un parque automotor que ha subido exageradamente día a día, producto en parte de una buena economía, pero ligado también a un símbolo de status social, (alimentado en el espíritu colectivo durante décadas), ¿Cómo prohibimos ahora los carros?, ¿Todo es culpa de los carros? Con unos impuestos y un gasto en modo de vida de los más altos de América Latina, pagando bien ¿no se debería tener buen servicio y vivir bien? ¿No tenemos derecho?

En una sociedad democrática, debemos tener todas las opciones de lo que fuere que pueda dar la ciudad con una alta capacidad de buena oferta y buen servicio, eso la hace una ciudad diversa e incluyente ¿Pero si se paga bien por el servicio que es lo que pasa?

Esto nos lleva a la raíz del problema, el modelo falla porque la ciudad a pesar de ser compacta, esta se vende a través de nuevos urbanismos de periferia, tierra barata a buen precio, que se le ponen casas encima y se venden bien, terreno y casa ¿Pero quien paga por la infraestructura para llevar los servicios hasta allí, luz, agua, colegios, transporte, etc? Nosotros. Lo que pasa es que esto gusta, pues genera buenos ingresos e impuestos rápidamente y además propicia otras obras públicas.

El sueño de la casa propia tiene a miles de familias viviendo lejos de la ciudad anhelada (generalmente su centro) y alejada de los servicios que les competen. Con un crédito de por vida, que ya no las deja invertir en nada más. Lo que es peor es que pasan horas y horas de sus vidas sin poder recrearse o estudiar (para superarse) porque van entre un bus de un lado a otro de la ciudad, engrampados al sistema sin saber porque.

En estos desarrollos urbanos, si la cosa se pone un poco complicada en ventas, ponemos algún centro comercial y después ante la inseguridad volvemos el conjunto, uno cerrado, creando más inseguridad en su periferia y exclusión.

Con un metro cuadrado nuevo de venta que es quizás el más alto del país junto con Cartagena, Bogotá parece ya no tiene derecho a vivienda nueva a precios y áreas decentes, a menos que la persona se endeude de por vida una y otra vez ¿entonces para qué nuevo?, porque no vivir en algún proyecto viejo bien ubicado, cercano a parques, colegios y vida cultural, de buenos espacios y generalmente con más carácter, a un costo de 1/4 parte del nuevo. ¿Será necesario para vivir comprar algo nuevo? o ¿será que un buen arriendo nos haría más libres?, por ejemplo, vivir cerca al trabajo y servicios que nos gusten e invertir la platica ahorrada en otras inversiones.

En un mundo volcado hacia la sostenibilidad, el reciclaje urbano no solo es más barato, si no que se impone de sobremanera por la cantidad de ventajas para el ciudadano y para su ciudad, ¿pero qué hacer si al parecer al no haber nuevas obras, no hay impuestos?

Si puede haber otras obras no solo ligadas con infraestructura, Bibliotecas y colegios por citar algunos están siguen déficit a pensar del importante trabajo que en esto realizó Enrique Peñaloza.

Si la ciudad fuera hecha de pequeñas ciudades cada una con su carácter y vocación, con muchas posibilidades de usos y escalas, y pudiera una escoger donde vivir, podría uno ir  a pie o en bicicleta a comer o trabajar y salir en el carro, bus o tranvía para ir al mercado o si llueve permanentemente como en el caso de Bogota, tomar algunas de sus arcadas o pórticos para caminar por la zona (Izamal, México) y en caso de viajes más largos podría uno tomar un tren de alta velocidad de pocas paradas.

¿A quién le sirve el desorden del transporte público de la ciudad? Desorden no es igual a eficiencia. ¿Qué puede tener de bueno mucho dinero en efectivo y sin recibo?

De igual manera a través de pequeñas intervenciones urbanas o de “acupuntura urbana”, arreglando en una calle un giro en U desactualizado, o una oreja, o construyendo un puente, o arreglando el problema de sentido de una vida se puede mejorar la movilidad del automóvil. Pero pareciera que estamos eternamente condenados a esperar que haya un muy buen y gran contrato de obra.

Por ahora, se han impuesto de una lado las camionetas para pasar encima de tanto hueco, pero también las bicicletas, pero también las ganas de irse de la ciudad a otra en donde los problemas de movilidad y el costo de vida no sean tan altos.

Transmilenio no da abasto y los buses y busetas a pesar del esfuerzo de algunos están muy alejados de cualquier concepto de urbanidad, la mayoría de estos para en la mitad de la vía y además lo dejan a uno en medio de la calle sin parar el vehículo y los peatones (nosotros) muy perezosos “agarramos” transporte en cualquier esquina sin querer caminar (bueno para la salud) aunque sea un poco al paradero.

“La urbanidad” tan enseñada antes en los colegios parece no existir y si quisiéramos mejorar un poco todo, tal como en una oportunidad lo hizo el alcalde Antanas Mockus deberíamos empezar por allí, para que todo mejore, como con Mockus mejoró, pero sin autoridad y ley vuelve el desorden, y con tanto afán de lucro de parte y parte nos quedamos sin el saber el por qué estábamos acá; solo sabemos que cuesta al bolsillo y al espíritu, pues con este caos de movilidad, la inmovilidad se toma la cabeza y termina en el cuerpo. No queremos hacer ya nada, salir al centro, hacer vida cultural. La ciudad no es ya, la prometida.

Hoy en día vivo muy cerca al trabajo y en ambos sitios salgo a pie a hacer mis “vueltas”, pero como arquitecto tengo que visitar muchas obras y no me soporto el tráfico, ni atiendo los buses por un problema de espalda. Siendo así y estando tan caras las camionetas, comprare para esta navidad una buena bicicleta con batería, porque esta ciudad aunque parezca plana tiene sus cuestas y más vale una ayudita.

Creo que a pesar de todo Bogota si tiene solución, pero creo esta empieza de un lado cambiando de mentalidad y de otra parte, con algo de voluntad política enfocada con amor hacia el prójimo y su ciudad y no tantos afanes: “afán” de lucro y/o “afán” de ser presidente de la nación. En esto último creo a el país le iría aún mejor, si cada quien estuviera más pendiente de hacer lo que sabe hacer bien y no todos queriendo ser presidentes!.

 

Escrito por: Arq. Mauricio Rojas, Vicepresidente SCA BC

 Crédito imagen de cabecera Siemens