ENTREVISTA A PABLO ORTIZ

PABLO ORTIZ SUÁREZ, ARQUITECTO ABANDERADO POR IMPRIMIR AMOR Y PASIÓN A SU OFICIO, CREANDO INTEGRALMENTE EDIFICIOS SINGULARES, RESALTANDO LA RESPONSABILIDAD Y EL PRIVILEGIO DE CUIDAR LO PÚBLICO.

Arquitecto de la Universidad de los Andes (1989) de Bogotá, donde actualmente es catedrático e investigador. Ha sido invitado como conferencista y como jurado calificador de varios concursos de arquitectura dentro y fuera de Colombia, con participación en diversas Bienales a nivel nacional e internacional. Diseñador del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, homenaje a las víctimas de la violencia de Colombia. Ganador del premio ArpaFIL de 2016, como segundo colombiano en recibirlo después de Rogelio Salmona (en 2007).

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Imagen: Cortesía Juan Pablo Ortiz Suárez.

¿Cómo se define así mismo Juan Pablo Ortiz Suárez?

Formo parte de la primera generación de hombres y mujeres que tuvo la oportunidad de ver nuestro planeta en vivo y en directo desde el espacio exterior, pues en 1969, las cámaras de la misión espacial nos permitieron observar el globo terráqueo en su totalidad, y percibir la delgada capa llena de vida de tan solo 10 Km de espesor, que llamamos la Biosfera. La llegada del hombre a la luna, fue un acontecimiento científico y cultural, que nos hizo conscientes gracias al poder de la imagen, de la maravilla de planeta que todos compartimos.

Esta gran Casa (la Biosfera), se desarrolla entre la tierra sobre la que se posan nuestros pies, hasta su envolvente exterior, el cielo. Este espacio sagrado entre la cúpula celeste y la tierra, lo compartimos entre los divinos (nuestros mitos) y los mortales; y nos pertenece por igual a todos los animales, vegetales y minerales; es nuestro espacio común y, en consecuencia, al pertenecernos por igual en toda su dimensión y extensión, es el espacio público por excelencia.

Es importante también entender que cómo hombres convivimos en este espacio público, y de manera simultánea habitamos en el gran constructo humano; el lenguaje, y es éste el que designa de manera artificial, el otro espacio que ocupamos; el espacio privado. Por la condición ontológica del espacio privado de pertenecer a alguien, su cuidado es de por sí sostenible, pero el espacio público, el que no pertenece a nadie en particular, está en franca desventaja y no tiene las mismas posibilidades de sostenibilidad que su contrapunto el espacio privado.

Entendiendo esta condición de desigualdad entre la esfera pública y la privada, considero que el oficio de arquitecto que ejerzo, en compañía de mi equipo, debe estar enfocado con toda la energía y capacidad técnica en el cuidado y mejoramiento de ese maravilloso espacio público de todos, la Biosfera. En resumidas cuentas, me defino como uno de los tantos seres humanos que ejercemos el oficio de la arquitectura y que tenemos la responsabilidad y el privilegio de cuidar lo público.

¿Qué lo motivó a estudiar arquitectura? ¿Qué significa para usted ser arquitecto?

Realmente soy arquitecto por casualidad y por suerte, a pesar de ser hijo de arquitecto, en mis primeros años nunca soñé con serlo, ni me pasé la niñez dibujando casas visitando obras o algo así, pero cuando tuve el privilegio de entrar a la Universidad de los Andes, allí aprendí el amor por mi oficio y se inició la pasión que hoy me mueve.

Parafraseando a Rafael Moneo, “la arquitectura me enseñó a ver el mundo a través de sus ojos”. Estoy siempre aprendiendo de la vida y sus maravillas a través de su lente, la arquitectura me enseñó que como producto del espíritu humano forma parte de una gran tradición que arrancó hace miles de años, y de la cual, como oficio y gremio ancestral formo parte, pertenezco a una cadena de conocimiento basada en su herencia, que se transmite y evoluciona. De la misma manera como hace muchos años, el hombre emprendió el cultivo de plantas, también lo hizo plantando edificios y así, habitando este escenario construido artificialmente por materia orgánica e inorgánica, se ha ido conformado la cultura (cultivo y cultura viene de la misma raíz etimológica cultus ).

Esto implica que entienda mi oficio como un productor de cultura, y es en este aporte al cultivo del espíritu humano y a su conformación material, donde radica para mí su significado y su sentido último. Este acto que sobrepasa lo técnico y lo profesional, me ha ayudado a conformar con los años, de manera valiente y entendiendo humildemente mi posición dentro de la sociedad una ¨ Nobleza de Espíritu ¨[1], que como nos enseñó Tomas Mann debe estar basada en la ¨ la Verdad, la Bondad y la Belleza ¨.

[1] Rob Riemen, ¨Nobleza de espíritu. Una idea olvidada¨. Editorial Taurus. 2016 México.

¿Cuál fue el primer proyecto que realizó como arquitecto? Cuéntenos un poco en qué consistió?

El primer proyecto fue la remodelación de una pequeña clínica en compañía de mis queridos y admirados colegas Giancarlo Mazzanti y Rodrigo Rubio. Con ellos también me inicié por esos años en el mundo de los concursos de arquitectura y de estas experiencias quedaron muchas enseñanzas, las cuales siempre les agradeceré.

¿Cómo nació la firma Juan Pablo Ortiz Arquitectos?

Nuestra firma nació después de haber ganado el concurso del Archivo de Bogotá (2000), en colaboración con otros queridos colegas: Pablo Moreno y Andrés Ortiz. Tuvimos la oportunidad gracias a los concursos de arquitectura de redactar su proyecto ejecutivo y después estar al pie de obra, colaborando en su construcción hasta su inauguración.

Este proyecto fue la base para iniciar nuestro estudio de arquitectura, que no es más que un pequeño taller artesanal donde ejecutamos nuestro oficio de la manera más rigurosa y responsable que nos es posible.

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Proyecto: Render Casa Bolivariana Universidad de los Andes. Imagen: Santiago Sanchez.

Cortesía de Juan Pablo Ortiz Arquitectos

¿Usted ha sido galardonado con varios Premios, pero en particular ¿Qué representa para usted haber recibido el Premio ArpaFil 2016?

Es un gran honor el haber recibido el premio que otorga la Feria del Libro y la Universidad de Guadalajara, que ya completa 25 años de tradición; ser el segundo colombiano después del Maestro Salmona en recibirlo me enorgullece, pero además de él, entre otros Maestros también lo han recibido:  Paulo Mendes de Rocha, Giorgio Grassi, Carme Pinos, João Luís Carrilho  da Graça, Guillermo Vásquez Consuegra, Juan Navarro Baldeweg, y arquitectos mexicanos como Ricardo Legorreta, Teodoro González de León, Enrrique Norten, Mauricio Rocha y Alberto Kalach.

Háblenos del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, que es sin duda un emblemático proyecto para la el país.

El Centro de Memoria Paz y Reconciliación (2)  es para nuestro estudio uno de los proyectos más importantes que hemos realizado. En el taller la investigación forma parte integral de todos los trabajos que realizamos; en nuestro quehacer, proyecto arquitectónico e investigación son una sola cosa. El Centro de Memoria fue una interesante investigación enfocada en dos sentidos; el primero fue un proyecto que indagó en torno a la posibilidad de integrar a la comunidad con la construcción de un edificio público, en este caso las víctimas del conflicto armado de nuestro país. Se realizó mediante un sistema de auto construcción simbólica, en la cual participaron víctimas de todo tipo, género y filiación política provenientes de muchos rincones del territorio nacional; todo un trabajo de integración, que implicó un proceso complejo y dispendioso, pero a la vez profundamente enriquecedor. Además, tiene un poder significante para los usuarios del Centro, como quedó así demostrado en su proceso constructivo hasta la operación del mismo.

El segundo fue una investigación en materiales que tenía como fin desarrollar un sistema para la construcción contemporánea de un tapial de gran tamaño hecho por anillos apisonados en una mezcla de tierra inorgánica, con un componente sismo-resistente y de estabilidad frente a la lluvia bogotana.

En otra faceta, desde el punto de vista urbano, el proyecto destaca y ayuda a la conservación de los columbarios y el entorno del Cementerio Central como patrimonio de la ciudad. El edificio como equipamiento público y al ser totalmente permeable y abierto en sus cuatro puntos cardinales, le quedó faltando la parte más importante del Plan Maestro diseñado por el arquitecto Salmona; demoler los vecinos externos circundantes que hoy interrumpen las posibilidades de conexión franca de la calle 26 y de este globo del Cementerio Central con el Barrio Santafé

(2) Colaboradores: Santiago Fonseca, Jose Vallejo, Mateo Cely, Estructura: Nicolas Parra.

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Proyecto: centro de memoria, paz y reconciliación. Fotografía: Rodrigo Davila.

Cortesía de Juan Pablo Ortiz Arquitectos

¿Cómo ha sido su experiencia participando en concursos de arquitectura? Háblenos de un proyecto en particular que considere muy especial.

Gracias a los concursos de arquitectura nuestro estudio existe y se ha mantenido, y más que hablar de uno en particular, le doy esta cifra sin exageración alguna: más del 95% de los proyectos en número y en metros cuadrados que hemos desarrollado han sido ganados por concurso, de allí la importancia de los concursos para nosotros.

Los concursos de arquitectura forman parte integral de la cultura arquitectónica de nuestro país, son un mecanismo democrático, transparente y que protege al menos una parte de la arquitectura de uno de los peores males de nuestro país; la corrupción. Además, los concursos de arquitectura en Colombia son un modelo referente para muchos países de América.

Usted se ha desempeñado como Jurado en prestigiosos concursos de arquitectura internacionales, ¿cómo es para usted la selección de un proyecto ganador?

La responsabilidad de ser jurado de un concurso de arquitectura es muy grande, pues en manos del jurado está el trabajo y los sueños de cientos de colegas, una inversión en tiempo y esfuerzo altísimo, pero también es una inversión en recursos muy elevada; de allí que hacer la más justa de las selecciones es el objetivo a seguir. Por otro lado, de la calidad del jurado como grupo profesional y académico también dependen en gran medida la calidad del proyecto que se seleccione, del criterio y sabiduría del jurado depende el 50% del éxito del resultado de un concurso, de allí la responsabilidad y la importancia de conformarlo.

¿Cuál es su posición con relación a la arquitectura sostenible en sus proyectos actuales o futuros?

Desde el primer proyecto que ejecutamos que fue el Archivo de Bogotá, la responsabilidad medio ambiental y el compromiso con la eficiencia energética siempre han estado presentes a fondo, incluyendo las tecnologías apropiadas y adecuadas a cada tiempo y en cada momento del desarrollo de los diferentes proyectos.

Todo proyecto para nosotros debe ser responsable con el planeta. Pero prefiero remitirme a la primera respuesta de esta conversación, donde manifiesto la necesidad de una conciencia planetaria, prefiero pensar siempre en una sostenibilidad integral, en una ética que tenga en consideración lo medio ambiental, lo económico y por supuesto lo humano, que es lo social y lo cultural.

Se requiere también, desde mi punto de vista un uso consciente de los materiales, que de manera violenta hemos extraído de la naturaleza. Debemos producir formas capaces de celebrar y honrar esos materiales que tanto le han costado al planeta producir, de allí la importancia que los edificios perduren en el tiempo de manera integral, en el mismo sentido, se necesita la realización de formas que, de manera sostenible, se relacionen con la ciudad ya construida, con su historia y su cultura.

También considero pertinente y necesario tener un cuidado consiente de la vida vegetal y animal con la cual convivirán las futuras construcciones, pues la arquitectura conforma o ayuda a la existencia armónica de la ecología artificial y natural de nuestro mundo.

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Proyecto: Casa Amanguiri. Fotografía: Rodrigo Davila

Cortesía de Juan Pablo Ortiz Arquitectos

¿Qué mensaje le puede enviar a los estudiantes de arquitectura, próximos a graduarse y que serán el futuro de la profesión en el país?

Para la arquitectura, al igual que para muchos otros oficios, su motor principal de acción cualitativa, radica en el amor y la pasión que se le ponga en su ejecución diaria, de allí que yo les recomendaría que cultivaran este amor día tras día de su vida como arquitectos. Para mantener esta actitud a mí me ha servido mucho el mantenerme como un continuo e incesante aprendiz. Me considero un aprendiz de la arquitectura que evita las certezas y le da importancia capital a la incertidumbre, a las preguntas, a las dudas, a lo no conocido, a lo distinto; y gracias a ello, una avidez insaciable de conocimiento me acompaña, alimenta y enriquece la ejecución de mi profesión.

Además, para mí es importante entender que la arquitectura es ante todo una disciplina humanista y esto conlleva una ética férrea que procura y enaltece los más altos valores del espíritu humano.

Para terminar, me parece importante hacer una reflexión sobre el mundo contemporáneo y lo digital, encuentro necesario comprender los alcances, las posibilidades y los límites que implica el mundo digital y para ello me permito citar la filósofo Byung-Chul Han. En su libro ¨Loa a la Tierra ¨(3), él nos invita a reflexionar y tener conciencia sobre el tema cuando dice:

¨La digitalización del mundo que equivale a una humanización y una subjetivización totales, hace que la tierra desaparezca por completo. Recubrimos la tierra con nuestra propia retina y al hacer esto nos volvemos ciegos para lo distinto. En castellano <<digital>> significa numérico. Lo numérico desmitifica el mundo y lo priva de poesía y romanticismo. Le arrebata todo misterio, toda extrañeza y transforma todo en lo conocido, lo banal, lo familiar, el <<me gusta>> y lo igual. Todo se vuelve comparable, y por lo tanto igualable. En vista de la digitalización del mundo sería necesario devolver al mundo su romanticismo, redescubrir la tierra y su poética, devolverle la dignidad de lo misterioso, de lo bello, de los sublime ¨.

 Y continúa en la página 75 diciendo:

 ¨La palabra digital se refiere al dedo, en latín dígitus, término con el que también está emparentada etimológicamente la palabra índice, que designa el dedo que se emplea sobre todo para contar. La cultura digital hace que el hombre en cierto modo se atrofie hasta convertirse en un pequeño ser con carácter de dedo. La cultura digital se basa en el dedo que numera, mientras que la historia es una narración que se cuenta. La historia no numera¨.

 Hoy asistimos a un mundo donde todo se reduce a un dígito, todo se hace numerable para poder traducirlo al lenguaje del rendimiento y la eficiencia, así el número carece de memoria y recuerdo. Es pertinente tener en cuenta que la palabra recordar viene etimológicamente de re (volver) y cordia (corazón); es decir significa volver a poner corazón donde no existía, con ello me pregunto ¿acaso ese dotar de sentido y corazón el mundo no es uno de los fines últimos de la arquitectura?.

(3) Byung-Chul Han, ¨Loa a la Tierra. Un viaje al Jardín ¨. Ed. Herder. Barcelona.  2019

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Proyecto: Render Ministerio de Justicia y Trabajo. Imagen: Taller Pizarra.

Cortesía de Juan Pablo Ortiz Arquitectos